miércoles, 16 de diciembre de 2009

De mí misma


¿Quién te dijo, quién te cuenta?
¿Desde dónde... hasta dónde?
¿Cómo, desde cuándo?
¿Cuánto me conocés?
¿Qué sabés de mi?
Porque no ves cuando lloro y muerdo la almohada, muerta de miedo
porque no ves mi mirada frente al espejo, evasiva y disconforme
porque no ves mi forma de ansiar, cuestionar y maldecir al amor que nunca llega
porque no ves mis brazos alrededor de mis piernas y mi cabeza hundida en ellas
porque no ves la fuerza que hacen mis manos entre las sábanas
porque no ves mi placard inundado de máscaras grotescas
porque no ves mi realidad objetiva, ni mi verdad subjetiva.
Porque no ves.

Y relajadamente decís que me conocés tanto más que yo misma.
Increíblemente increíble tu falaz convicción.
No ves realidad, ni verdad, ni nada.
Porque yo sigo optando que así sea.
Por Dios... que así sea.

viernes, 11 de diciembre de 2009

AMOR DESOLADO

Desearía estar tan dormido, oyendo tu voz golpeando la ventana de mis sueños.

Desde adentro me estremezco entre el dia y la noche, sin saber ya cual es cual.

Me duele el corazón.
Se acabaron las caricias.
Miro esa chica en la foto. Le gusta la forma en que la miro, pero se va.
Me gustaba vivir asi, amar asi.
Me duele... me duele y la música es mi única momentánea forma de escapar.
Con y sin ella, lo es.
Siempre lo fue.
De esos fuegos compartidos, veo las cenizas, las miro....
Volver al tiempo de la llama.
Y las estrellas...
Las inmóviles y las que paseaban. Las mirábamos.
Solo.
Me duele el corazón.
Mi música no tiene compases, ritmo, alma.
Desafino como un perro.
Cables a tierra: música.
En esta tarde gris: balada para un loco.
Destrozándote en la mente, destruyéndose el corazón, tan de a poco.
No lloro.
Te quiero matar.
Todo lo que alguna vez fue amor se está transformando en odio incomprendido, no querido...
y duele.
Vivo de esta forma, amo de esta forma.
Quizá sea por algo, porque Dios tiene un mejor plan para mi.
Yo sigo a la luna. En cada estrella estás vos.
Entonces deseo lo que nunca: ver el cielo vacío.
Verme a mí en el cielo. Vacío.
Viaje de ida. Todo se va. Nada vuelve.
Me duele el corazón, y no hay música.
Todo te lo doy, no te ruego.
Es solo que no puedo pensar en nada más que en vos, en mi y en el demonio que entró en nuestra casa. La casa que levantamos a cada paso, con fuerza, con amor de dúo, con música del alma, pura.
¿Qué hago?
Soy pobre, débil, no lloro.
Y me duele el corazón.
Pero si algo sé, es que te amo.
Te amo tan interna y profundamente que los excesos no me desvían, las furias no me controlan y la música ya no me ayuda.
Te amo tan intensa y pacíficamente que me duele respirar.
Te amo tanto pero tanto que podría no necesitarte.
Estás más en mi que en vos misma.
Dejo esta última carta como el acorde final de una canción que termina desafinada, porque te amo tan inmensa y proféticamente que puedo existir en cualquier lugar del mundo y en todos y cada uno, vas a estar vos, para afinarla.

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